Un grupo de jóvenes entre los 13 y 19 años vivirá la experiencia de ser papá. Pero en lugar de un bebé real, tendrán un simulador que llora, expulsa gases y ensucia el pañal.
La iniciativa hace parte de una campaña de salud sexual y reproductiva de la EPS Comfenalco.
Según Vicky Paternina, coordinadora del programa, el año pasado la entidad atendió 2.300 alumbramientos de menores de 19 años.
El bebé simulador es de plástico y tiene baterías en su espalda, pesa 3 kilos y medio y mide 53 centímetros, a semejanza de un recién nacido de un mes.
Mediante el llanto, también manifiesta las mismas necesidades de uno de carne y hueso: alimentación, aseo, etc. El papá encargado debe detectarlas y atenderlas.
El proyecto inició hace un mes con una fase de sensibilización. La segunda etapa es práctica y contempla la entrega de los bebés a cada participante para que lo cuide durante 48 horas.
Los simuladores están previamente programados con un software que evalúa la atención adecuada y reporta malos tratos.
También identifica que el padre responsable no deje su cuidado en manos de otra persona.
Los jóvenes ponen nombre al simulador y usan una manilla que no se pueden quitar hasta el final de la prueba. De ahí en adelante, el bebé que reciben se convierte en su responsabilidad.
La iniciativa hace parte de una campaña de salud sexual y reproductiva de la EPS Comfenalco.
Según Vicky Paternina, coordinadora del programa, el año pasado la entidad atendió 2.300 alumbramientos de menores de 19 años.
El bebé simulador es de plástico y tiene baterías en su espalda, pesa 3 kilos y medio y mide 53 centímetros, a semejanza de un recién nacido de un mes.
Mediante el llanto, también manifiesta las mismas necesidades de uno de carne y hueso: alimentación, aseo, etc. El papá encargado debe detectarlas y atenderlas.
El proyecto inició hace un mes con una fase de sensibilización. La segunda etapa es práctica y contempla la entrega de los bebés a cada participante para que lo cuide durante 48 horas.
Los simuladores están previamente programados con un software que evalúa la atención adecuada y reporta malos tratos.
También identifica que el padre responsable no deje su cuidado en manos de otra persona.
Los jóvenes ponen nombre al simulador y usan una manilla que no se pueden quitar hasta el final de la prueba. De ahí en adelante, el bebé que reciben se convierte en su responsabilidad.